Microbiografía de Manuel Antonio Carreño Navarro
En la antigua oficina salitrera San Antonio de Zapiga nació mi padre, Manuel, en julio de 1921. Sus padres se llamaban Manuel e Irma, cuando era muy pequeño se separaron y su padre se fue con él a Iquique y abrió un emporio en el que mi viejo trabajó desde niño. Berta, la segunda esposa de mi abuelo, lo cuidó como su hijo, le cocinaba papas a la huancaína que a él le encantaban.
En esa ciudad estudió la primaria; escribía muy lindo, un día me confesó que había soñado con ser litógrafo. Mi padre contaba que en medio de una manifestación de obreros en Iquique se cayó de su bicicleta y le ayudaron a levantarse dos hombres que dejaron huella en su vida: Recabarren y Lafertte.
Con el tiempo se trasladaron a Valparaíso con su familia y, cerca de los 18, llegaron a Santiago. Como su papá, se dedicó a ser comerciante. Cerca de los 30 conoció a Ana Aguilera, con quien se casó y tuvieron 7 hijos. Fue un padre estricto y bueno, preocupado porque tuviéramos una niñez mejor que la de él. Nos hacía dormir tocando la armónica y para su aniversario de matrimonio, viajábamos en tren a Valparaíso. Le gustaba escuchar música, bailaba boleros y tango con mi mamá y luego con su primera nieta, mi hija Anita, a quien también le cantaba y bailaba con ella en brazos.
Era solidario y justo, comunista, miembro de la JAP y preocupado por los derechos de los trabajadores. Lo detuvieron en nuestra casa en la población El Carmen, se lo llevaron junto a mi hermano Iván.
Él era Manuel Antonio Carreño Navarro, detenido y desaparecido el 13 de agosto de 1974. Yo soy su hija, Ana María Carreño y lo recuerdo. Recuérdalo tú, recuérdaselo a otros.
Ficha técnica
Para realizar esta microbiografía, se entrevistó a Ana María Carreño, quien grabó esta cápsula radial en septiembre de 2014 en los estudios de Radio Universidad de Chile, donde posteriormente fue mezclada y emitida.
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